martes, 24 de mayo de 2011

La gestión de los residuos municipales en la ciudad de Barcelona

Siresa, empresa perteneciente al Grupo Tersa, trabaja en el área de la gestión y el tratamiento de residuos municipales

26 de abril de 2011

Vivimos en una sociedad principalmente orientada al consumo y somos poco conscientes de la complejidad que supone la gran cantidad de residuos que generamos actualmente y su necesaria gestión posterior. En los últimos veinte años, los residuos municipales han experimentado un aumento significativo debido en parte, al aumento en el consumo de productos de un solo uso y al incremento de envases y embalajes. Un incremento reflejado no sólo en la cantidad, sino también en la variedad de materiales que desechamos. Unos materiales, por otra parte, recuperables mediante la recogida selectiva y el tratamiento posterior.

Departamento de Educación y Comunicación de Siresa (Grupo Tersa)

Actualmente, la generación per cápita en Barcelona tiende a estabilizarse e incluso, como está pasando en la mayoría de municipios como consecuencia de la coyuntura económica, ha disminuido en los últimos dos años. En el año 2010 cada ciudadano generó 1,42 kilos de residuos diarios(*).






 Así llegamos a la conclusión más importante respecto a los residuos: “El mejor residuo es aquel que no se genera”. Debemos reducir no sólo la cantidad de residuos que generamos si no también su carga contaminante, con acciones tan sencillas como utilizar productos reutilizables (como bolsas de tela) o productos con composiciones menos agresivas para el medio ambiente (por ejemplo, biodegradables).
En este sentido, Barcelona ha avanzado mucho en estos últimos años, gracias al esfuerzo común del Ayuntamiento y la ciudadanía. También el mensaje de la necesidad de recuperar los residuos para reducir su impacto sobre el medio ambiente además de ahorrar energía y materias primas, se ha ido incorporando en la conciencia colectiva de la ciudad.

Con el fin de dirigir la gestión de los residuos hacia la prevención, la reutilización y el reciclaje, las Administraciones Públicas regulan la gestión de los residuos mediante directrices, leyes y ordenanzas de obligado cumplimiento para sus ciudadanos.

Normativa aplicable a la gestión de residuos en la ciudad de Barcelona

Las principales normativas de ámbito territorial estatal, autonómico y local que regulan la gestión de residuos en la ciudad de Barcelona son las siguientes:

Ámbito estatal: Ley de residuos y suelos contaminados, 11 de marzo de 2011 (actualiza y mejora el régimen previsto de la ley 10/1998)

Revisa el marco jurídico de la producción y gestión de los residuos en España adaptándolo a la directiva marco de Residuos de la UE, un avance hacia un modelo de gestión más sostenible en consonancia con las políticas europeas, al tiempo que incorpora instrumentos necesarios para reducir la cantidad, la peligrosidad y los impactos de los residuos.

Ley 11/1997, 24 de abril LERE, ‘Ley de Envases y Residuos de Envases’

Ley estatal 11/1997, proveniente de la Directiva Europea 94/62/CE relativa a los envases y residuos de envases. El objetivo de esta ley es reducir el impacto medioambiental de los envases y sus residuos y establecer sistemas de gestión de los residuos de envases.

Un punto importante de la Ley 11/1997 es la obligación de los envasadores y comerciantes de productos envasados a adherirse a un sistema de gestión de sus residuos mediante una de las siguientes opciones:

Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (DDR).
Sistemas Integrados de Gestión de Residuos de Envases y de Envases usados (SIG).


A nivel estatal se crearon dos SIG con el objetivo de hacer frente a las obligaciones de la LERE en referencia a los envases domésticos: Ecoembes, que se dedica a la gestión de los envases de papel/cartón, plásticos y metales y Ecovidrio, que está dedicado exclusivamente a la gestión de los envases de vidrio.

Los envases de las empresas vinculadas a Ecoembes y Ecovidrio llevan el distintivo Punto Verde.



Este logotipo tiene como objetivo informar al consumidor de que el envase cumple las obligaciones legales de la LERE, permitiendo a los SIG cumplir sus objetivos globales de valorización y/o reciclaje.




Ámbito autonómico: Decret Legislatiu 1/2009, de 21 de juliol, pel qual s’aprova el Text refós de la Llei reguladora dels residus

Este decreto legislativo recoge la Ley 6/1993 y las modificaciones Ley 15/2003 y Ley 9/2008 así como la Ley 11/2000 reguladora de la incineración de residuos y tiene por objeto la regulación de la gestión de los residuos que se generan en Cataluña, y los que se gestionan en su ámbito territorial. Los puntos más importantes se exponen a continuación:

Define que una política eficiente de los entes locales en referencia a la gestión de los residuos municipales tiene que promover, en el siguiente orden de prioridad:

La reducción en la generación de residuos municipales, tanto en cantidad como en peligrosidad para el medio.
La valorización y comercialización de materiales aprovechables mediante sistemas de recogida selectiva, que faciliten la posterior recuperación, reutilización y reciclaje de los residuos.
Y expone las obligaciones de los productores y poseedores de residuos:

Garantizar que los residuos que generen o posean sean gestionados de acuerdo con las prescripciones de esta Ley.
“Selección en origen de las fracciones aprovechables y presentación en la calle según marque el sistema implantado para cada fracción según el municipio”.
Hacerse cargo de los costes de las operaciones de gestión de los residuos que se generen.
Facilitar a la Administración la información, la inspección, la toma de muestras y la supervisión que crea conveniente para asegurar el cumplimiento de la Ley.
Ámbito municipal: Ordenança General del Medi Ambient Urbà de Barcelona (títol VI)

Tiene como objetivo regular las condiciones en que se gestionan los residuos municipales (tanto comerciales como domiciliarios) generados en la ciudad de Barcelona; especificando también, horarios, frecuencias y presentación de los residuos en la calle.

Separación en origen de los residuos

Siguiendo con las directrices de las leyes mencionadas anteriormente, las fracciones de residuos que se tienen que separar en origen son las siguientes:

FORM (fracción orgánica de los residuos municipales): restos de comida (verdura, fruta, pescado, carne, comida en mal estado, posos de café e infusiones, cáscaras de frutos secos, mariscos y huevos), tapones de corcho, servilletas de papel blanco y restos de flores y plantas.
Envases ligeros: envases de plástico (botellas, tarrinas, bolsas...), latas de conservas y refrescos, brics, papel de aluminio, plástico film, bandejas de porexpan, tapones, etc. (envases con el Punto Verde de Ecoembes).
Papel y cartón: todo tipo de cajas de cartón, envases de papel, periódicos, revistas, papeles de envolver productos y publicidad.
Vidrio: botellas y botes de vidrio (envases con el Punto Verde de Ecovidrio).
Rechazo: residuos que no se pueden recuperar, reutilizar o reciclar: colillas, polvo de barrer, embalajes y papeles sucios, restos de cerámica, artículos de cuero y todo lo que no se pueda aprovechar o no se está seguro de si se puede tirar en los contenedores de la recogida selectiva.
Residuos reutilizables, reciclables y especiales: ropa y calzado, tóneres de impresora, aceites, bombillas, fluorescentes, pilas, cables, aparatos electrónicos, sprays, restos de pintura, disolventes, productos químicos, etc.


La recogida de residuos en la ciudad de Barcelona

Barcelona es una ciudad con una elevada actividad comercial; tiendas, restaurantes y hoteles llenan la ciudad, con el aumento en la generación de residuos que esto conlleva. Es por ello que desde el año 2000 se establecieron en Barcelona dos tipos de recogida de residuos:

Recogida domiciliaria de residuos: servicio que el Ayuntamiento ofrece a sus ciudadanos y a las actividades económicas que no tengan recogida selectiva comercial. Los sistemas de recogida (contenedores, neumática, puerta a puerta) son diferentes, en función de las características geográficas y urbanísticas de la ciudad.

Recogida selectiva comercial de residuos: servicio de recogida selectiva de residuos puerta a puerta para las actividades económicas mediante contenedores personalizados. Este tipo de recogida está implantada en determinadas zonas de la ciudad donde la densidad de actividad comercial es alta (zonas de recogida selectiva comercial). También los establecimientos que sean Generadores Importantes de alguna fracción de residuos (más de 600 litros al día de FORM/rechazo o más de 600 litros a la semana de papel/cartón, vidrio o envases ligeros), serán beneficiarios de la recogida comercial municipal. El poseedor del residuo municipal comercial se puede adherir a la recogida municipal o al servicio de algún gestor privado acreditado por la Agència de Residus de Catalunya (ARC) y homologado por el Ayuntamiento de Barcelona.





Recogida de muebles y trastos: todos estos servicios de recogida vienen complementados por lo que se conoce como la recogida de muebles y trastos. Cada calle de Barcelona tiene asignado un día a la semana en el cual los ciudadanos pueden dejar sus muebles y trastos viejos delante del portal de su vivienda para su posterior recogida específica.

Un red de instalaciones singulares: los puntos verdes

Barcelona, pionera en la selección de residuos, dispone para todos aquellos residuos que se generan en pequeñas cantidades y que por lo tanto no tienen recogida específica en la calle, de unas instalaciones municipales llamadas ‘puntos verdes’. Los ciudadanos y las actividades económicas pueden llevar los residuos reutilizables, reciclables y especiales para su almacenaje y posterior distribución a las plantas de tratamiento específico, para reutilizarlos, reciclarlos o bien, evitar que contaminen. Para los ciudadanos la aportación de residuos en los puntos verdes es completamente gratuita.

Existen diferentes tipologías, dependiendo de la cantidad de residuos que pueden acoger y de los usuarios a los que estén dirigidos: puntos verdes de zona, de barrio o móviles.

Puntos verdes de zona: son los más grandes en dimensiones y se ubican en zonas alejadas del núcleo urbano. La entrada del material puede hacerse en vehículos hasta el contenedor de destino. Los comerciantes y las pequeñas empresas sólo pueden utilizar estas instalaciones y pagan precios públicos en función de la cantidad de materiales que depositan. En Barcelona hay seis.

Puntos verdes de barrio: son instalaciones más pequeñas y que están más cerca del ciudadano, evitándole así grandes desplazamientos. En Barcelona actualmente, hay veinte puntos verdes de barrio.

Puntos verdes móviles: son unos camiones itinerantes que recorren la ciudad que prestan el mismo servicio que las instalaciones fijas. Cada camión tiene asignadas paradas en diferentes puntos de la ciudad (sumando un total de 96 ubicaciones), en horario de mañana o tarde, para que el ciudadano pueda acercarse a la que más le convenga.

En los puntos verdes así como en otras ubicaciones repartidas por la ciudad encontramos los contenedores ‘Roba Amiga’, circuito específico para la recolección de ropa y calzado.

El tratamiento de los residuos municipales de Barcelona

Una vez las diferentes fracciones residuales se recogen separadamente, se llevan a las plantas de selección y/o tratamiento para darles una nueva vida.

Los residuos de materia orgánica y los restos de poda se llevan a los Ecoparques I y II, donde se convierten en compost o biogás. La fracción orgánica de más calidad se utiliza para obtener compost que se puede utilizar como abono orgánico o como estructurador de suelos para restaurar espacios degradados en agricultura y jardinería. La de menor calidad se utiliza para generar biogás, una energía renovable que permite producir electricidad.

Los envases ligeros se llevan a plantas de selección donde se separan los diferentes materiales combinando técnicas ópticas, mecánicas y manuales. Son compactados, embalados y distribuidos a los diferentes centros de reciclaje donde se obtendrán plásticos, metales y papel que se emplearan como materias primas en la fabricación de nuevos productos.

El papel y el cartón una vez triturados, se mezclan con agua hasta obtener la pasta de papel; ésta se seca, se plancha y se envuelve en bobinas. Las bobinas se distribuyen a las fábricas papeleras donde según su calidad, se utilizan para hacer nuevas cajas, papel de embalar, sacos para la construcción, objetos de papelería e incluso papel higiénico.

El vidrio recogido selectivamente cuando llega a la planta de reciclaje: se lava, se extraen los materiales férricos mediante imanes y se tritura hasta convertirlo en calcín, el cual se funde para fabricar envases de vidrio exactamente igual a los originales.

Por último, la fracción restante o rechazo, se lleva a los Ecoparques I y II y al complejo Ecoparque III donde mediante diferentes procesos se separan los materiales aprovechables que aun pueda contener. Con el residuo resultante se priorizará la valorización energética antes que la deposición controlada.

http://www.interempresas.net/Equipamiento_Municipal/Articulos/51167-La-gestion-de-los-residuos-municipales-en-la-ciudad-de-Barcelona.html

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Elecciones municipales 2011

Convergència i Unió (CiU) se hizo este domingo con el distrito de Sants-Montjuïc y ganó también en los cuatro distritos en los que ya tenía la hegemonía. El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) perdió 48.374 votos, lo que se tradujo en una caída significativa en los distritos: se desplomó en Ciutat Vella y pasó a ser la tercera fuerza en Les Corts. Pese a todo, los socialistas mantuvieron cinco demarcaciones. La mitad de los distritos tienen, pues, una mayoría de votos convergentes: Eixample, Gràcia, Les Corts, Sarrià-Sant Gervasi y, por primera vez, Sants-Montjuïc. Los socialistas mantienen feudos como Nou Barris, Sant Martí y Sant Andreu. Mantiene también Ciutat Vella y Horta-Guinardó.

El Partido Popular sigue siendo la tercera fuerza en la mayoría de distritos, pero pasa a ser la segunda en Les Corts. ICV-EUiA mantiene su tercera posición en Gràcia y araña centenares de votos en distritos tradicionalmente de izquierdas, como Sant Andreu, Sant Martí y Nou Barris. Unitat per Barcelona ( ERC con Reagrupament y Joan Laporta) sufrió una importante caída de los sufragios, incluso en el Eixample y Gràcia.

Distritos

Ciutat Vella. La caída del PSC en Barcelona se ejemplifica en uno de los distritos neurálgicos de Barcelona, por su ubicación estratégica y porque es uno de los puntos calientes de la ciudad. Sus vecinos dieron el 23,5% de votos a los socialistas que, no obstante, acumulan una pérdida del 34% de los sufragios desde las municipales de 2003. CiU se quedó muy cerca esta vez, con el 22,75% de los votos. Mientras el PPC (14,5%) e ICV-EUiA (14%) ganaron votos en este distrito, UxB (ERC) cayó cuatro puntos (5,8%).

Eixample. CiU no sólo gana, como es tradición en este distrito, sino que aumenta su distancia respecto al PSC. Los convergentes obtienen el 35,7% de los votos mientras que los socialistas caen seis puntos (16,7%). PPC e ICV ganan votos, con el 15% y el 10,4% respectivamente, pero ERC cae tres puntos (6,2%). Ciutadans cede su puesto a la CUP, que obtiene 2.324 votos.

Gràcia. Catalanistas por excelencia, los vecinos han vuelto a optar por CiU, con el 32,5% de los votos. El PSC ha perdido siete puntos respecto a los obtenidos hace cuatro años, con el 16,8% de los sufragios. ICV-EUiA mantiene su tercera posición, el PPC la cuarta, pero ERC cae tres puntos, los que cede a la CUP.

Horta-Guinardó. El 26,9% de los votos se los llevan los socialistas, que se mantienen como primera fuerza, pese a perder siete puntos respecto a 2007. CiU y PPC ganan dos puntos y alcanzan el 22,4% y el 17%, respectivamente. Ciutadans pierde dos puntos y se queda con poco más de 1.200 votos.

Les Corts. CiU consolida su mayoría en este distrito, con el 37,5% de los votos (y gana siete puntos respecto a 2007). El PPC se mantiene como segunda fuerza (21,6%), mientras que el PSC pierde votos (16,6%).

Nou Barris. De tener la mitad de los votos en 2003, los socialistas tienen ahora el 34,3%, pero siguen siendo los más votados. El PPC sube y se mantiene en segunda posición y CiU gana dos puntos.

Sant Andreu. Mientras el PSC no ha dejado de bajar, CiU no ha parado de subir en este distrito. Los socialistas acumularon el 29% de los votos. El PP ganó 1.500 sufragios.

Sant Martí. Desde 2003 hasta ahora, los socialistas han perdido la mitad de votantes en este distrito, pero aún ganan con el 26,17% de los sufragios. ICV-EUiA se quedan con una parte de sus votos. CiU y PPC ganan también votantes.

Sants-Montjuïc. Vuelco electoral en este distrito: CiU se hace con 271 votos más que el PSC. PPC e ICV-EUiA suben mientras ERC pierde casi 2.000 votantes.

Sarrià-Sant Gervasi. La mitad de los votantes optaron por CiU (48,41%), que angorda su tradicional mayoría en el distrito. El PPC se mantiene como segunda fuerza, mientras el PSC pierde 2.800 votos.

http://resultados2011.mir.es/99MU/DMU0908901999_L1.htm?d=169&e=480

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¿Evitar la guerra lingüística?

El pasado 22 de diciembre el Tribunal Supremo (TS) dio a conocer tres sentencias que, más allá de resolver sendas reclamaciones particulares, suponen una desautorización del modelo lingüístico-escolar de Cataluña. Se trata del llamado "sistema de inmersión", que se caracteriza por tener el catalán como lengua vehicular y el castellano como asignatura obligatoria. Según el TS, que interpreta a su manera la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, el castellano debe ser "reintroducido" como lengua vehicular en todos los cursos de enseñanza obligatoria, en una proporción que corresponde fijar a las autoridades educativas catalanas. El entonces consejero de Educación de la Generalitat, Ernest Maragall, quitó hierro a este revés judicial, con el argumento de que el Supremo "no anula ni obliga a modificar ningún precepto ni artículo de la normativa vigente". El argumento es débil, porque tanto Maragall como su sucesora, Irene Rigau, saben que la Ley de Educación de Cataluña (LEC), que pretendía "blindar" la inmersión, está sobre la mesa del Tribunal Constitucional (TC), y después de la sentencia sobre el Estatuto es poco probable que la LEC supere incólume el escrutinio constitucional.

Pregunta: ¿qué pasará si el TC obliga a modificar algún precepto lingüístico de la LEC? El presidente de la Generalitat, Artur Mas, no se anduvo con rodeos: si le obligaran a alterar el sistema de inmersión, "tendríamos un conflicto político de primerísimo orden". En esta línea, el pasado 7 de abril la Comisión de Educación del Parlamento de Cataluña aprobó una insólita resolución en que manifiesta su "discrepancia" con el TS y llama a la "extensión" de la inmersión. El asunto es lo suficientemente grave como para que intentemos reconstruir un terreno de encuentro.

Además de constituir un tosco ejercicio de extralimitación, suplantar al legislador catalán e ignorar la autonomía de la Generalitat, las sentencias del TS parten de una grave impostura, que consiste en dar por sentado un vínculo necesario entre el deber de conocer el castellano y la consideración del castellano como lengua vehicular, un asunto en el que la Constitución guarda silencio. Esta posición del Supremo choca con la realidad empírica: está perfectamente acreditado que el alumnado catalán alcanza una competencia completa en castellano, aunque en su vida escolar la lengua vehicular sea el catalán. No es necesario ser especialmente sutil para darse cuenta de que detrás de la argumentación del Supremo no hay argumentos estrictamente pedagógicos sino políticos: en España todo el mundo debe recibir (al menos una parte) de la enseñanza en castellano... porque estamos en España.

El carácter vehicular del castellano no es necesario para asegurar su conocimiento entre el alumnado, pero tampoco debería ser dañino para el catalán. En este punto es donde determinadas reacciones catalanas a las sentencias del TS incurren en la sobreactuación. Organizaciones tan respetables como el Centre Unesco, el Pen Club o la Associació de Mestres Rosa Sensat emitieron un comunicado en el que protestan contra las sentencias del TS y llaman a la sociedad catalana a organizarse para responder "a este intento de genocidio lingüístico". El Supremo considera "inobjetable" la política de normalización del catalán que emana del Estatuto y de las leyes de normalización y solo reclama que el castellano sea también lengua vehicular de un sistema educativo organizado en una sola red escolar que no segrega a los alumnos por razones lingüísticas. Si esto es genocidio ya podemos deshacernos de nuestros diccionarios.

En su discurso de investidura, Mas dijo que su apuesta sería por una escuela catalana y unos alumnos trilingües, perfectamente competentes en catalán, castellano e inglés. En Cataluña se sabe que para garantizar la competencia en inglés no bastará con una asignatura, sino que habrá que introducir el inglés como lengua vehicular. En este punto es donde la solidez de ciertas posiciones catalanas se tambalea: ¿introducir el inglés como lengua vehicular no va a arruinar el sistema de inmersión pero (re)introducir el castellano sí? ¿Dar matemáticas en castellano puede resultar letal pero hacerlo en inglés no? En Cataluña el debate tampoco es estrictamente pedagógico sino que adquiere tintes políticos: independientemente de si existen maneras alternativas de asegurar la competencia en catalán, en Cataluña todo el mundo debe recibir (toda) la enseñanza en catalán... porque estamos en Cataluña.

Como se puede ver, lo que se plantea es un enfrentamiento entre dos postulados mutuamente contradictorios que beben del nacionalismo lingüístico. Si queremos evitar "un conflicto político de primerísimo orden", solo cabe una solución, que es apostar por alumnos trilingües en una escuela catalana trilingüe, en la que el catalán, en atención al legítimo objetivo de la normalización lingüística, sea el "centro de gravedad" (en la bella expresión del Constitucional), el castellano no quede excluido como lengua docente, y el inglés tenga la presencia necesaria para resolver el gran problema lingüístico que tiene planteado el sistema educativo catalán (y español), que no es precisamente el conocimiento del castellano sino el de la lengua global. A menos, claro está, que deseemos ese conflicto político de primerísimo orden.

Albert Branchadell es profesor de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El País
30/4/11

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