4-8-09
• Los conductores denuncian que la empresa quiere reducir el tiempo de presencia y bajar los sueldos
• La compañía plantea suprimir horas extras para crear 600 nuevos puestos de trabajo en 5 años
Cuando el sindicalismo más contundente mide sus fuerzas con la gestión de una empresa pública, nada pacífico suele aflorar. Entre Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y los conductores de autobús la relación parece más una épica historia de orgullo y sensibilidad que una negociación del convenio colectivo que debía empezar a aplicarse el pasado enero. Y es que la compañía y sus trabajadores llevan más de un año sentados en una mesa de diálogo en la que el orden del día no logra pasar del buenos días. Han sido casi 50 reuniones sin avanzar, acusándose de practicar un “sindicalismo irresponsable” o de ser una empresa “autoritaria y dictatorial”; de tener “opciones políticas radicales” o de “saltarse a la torera los acuerdos y declarar la guerra a los empleados”. Las posturas están tan sumamente alejadas que es complicado alejarse para poder entrever lo que parece ser el problema de fondo: el sueldo. Ahora, un último paso dado por la empresa ha tensado otro poco la cuerda y el comité se augura un inicio de curso repleto de huelgas y movilizaciones. UGT, que no forma parte de la mayoría que controla el comité, incluso plantea la posibilidad de dejar las fiestas de la Mercè sin bus.
Ignasi Armengol, director general de autobuses de TMB, argumenta que la empresa “necesita organizarse de cara al próximo año” y por ello ha tomado una decisión fuera de la mesa de negociación que el comité rechaza. Plantea reducir el número de horas extra, quitarle a la jornada laboral 25 minutos diarios y garantizar dos días de descanso a la semana, una de las reivindicaciones históricas de los sindicatos. Todo, manteniendo el mismo sueldo, horas extras aparte, por supuesto. Esto facilitaría, según TMB, la creación de 600 nuevos puestos de trabajo.
LA LETRA PEQUEÑA / Los trabajadores, sin embargo, ven mucha letra pequeña que no les convence. Saturnino Mercader (CGT), presidente del comité de empresa, denuncia que esta propuesta es «un intento de pasarnos por la izquierda» y asegura que supone cobrar unos “3.000 euros menos al año de media” y presiente que los nuevos contratos serán “precarios y de fin de semana”. Desde UGT, José Chito va en la misma dirección: “El trabajador deberá asumir el coste de esos 25 minutos de tiempo de presencia, que no computaban como jornada laboral pero sí se recogían en el convenio. Nosotros no le dábamos consideración de hora extraordinaria, con lo que bajo ningún concepto aceptaremos perder cerca de 250 euros mensuales”. “Estamos dispuestos a hablar del tema de los descansos, pero en ningún caso, de la posibilidad de bajar el salario”, sigue. Resultado: “Es posible que para la Mercè haya huelga de bus si antes no hay acuerdo”, adelanta Chito.
Mercader, sin embargo, niega que se haya hablado de boicotear la Mercè y asegura que a finales de septiembre o principios de octubre se celebrará una asamblea en la que, si las cosas siguen igual, «se tomará la decisión de iniciar acciones muy contundentes». «Haremos lo que haga falta y hasta que haga falta», apostilla. Mercader asegura que la empresa redujo el servicio a finales del año pasado un 7% «bajo la excusa de adaptar la oferta a la demanda» y que por ello «quiere que descansemos más ante la falta de trabajo».
DEMANDA ECONÓMICA / TMB responde: “Las demandas del comité son siempre económicas, lo único que quieren es trabajar menos y cobrar más, y manipulan a la gente asegurando que quieren dos días de descanso para luego reclamar al juez que en lugar de trabajarlos se puedan cobrar”. Armengol, que asegura estar «muy orgulloso del equipo humano de trabajadores», recuerda que los sindicatos que controlan el comité «nunca han firmado un convenio» y que lo único que buscan es presionar con la huelga, «tal y como sucedió con la negociación del 2002».
El usuario espera con temor que el conflicto acabe. El verano, con un bajón del 40% de usuarios, quizás silencie la guerra, pero en octubre, cuando el bus circule lleno de nuevo, ya se verá. «Será un inicio de curso movidito», augura Mercader.
Carlos Márquez Daniel
4/8/09 El periódico
• La compañía plantea suprimir horas extras para crear 600 nuevos puestos de trabajo en 5 años
Cuando el sindicalismo más contundente mide sus fuerzas con la gestión de una empresa pública, nada pacífico suele aflorar. Entre Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y los conductores de autobús la relación parece más una épica historia de orgullo y sensibilidad que una negociación del convenio colectivo que debía empezar a aplicarse el pasado enero. Y es que la compañía y sus trabajadores llevan más de un año sentados en una mesa de diálogo en la que el orden del día no logra pasar del buenos días. Han sido casi 50 reuniones sin avanzar, acusándose de practicar un “sindicalismo irresponsable” o de ser una empresa “autoritaria y dictatorial”; de tener “opciones políticas radicales” o de “saltarse a la torera los acuerdos y declarar la guerra a los empleados”. Las posturas están tan sumamente alejadas que es complicado alejarse para poder entrever lo que parece ser el problema de fondo: el sueldo. Ahora, un último paso dado por la empresa ha tensado otro poco la cuerda y el comité se augura un inicio de curso repleto de huelgas y movilizaciones. UGT, que no forma parte de la mayoría que controla el comité, incluso plantea la posibilidad de dejar las fiestas de la Mercè sin bus.
Ignasi Armengol, director general de autobuses de TMB, argumenta que la empresa “necesita organizarse de cara al próximo año” y por ello ha tomado una decisión fuera de la mesa de negociación que el comité rechaza. Plantea reducir el número de horas extra, quitarle a la jornada laboral 25 minutos diarios y garantizar dos días de descanso a la semana, una de las reivindicaciones históricas de los sindicatos. Todo, manteniendo el mismo sueldo, horas extras aparte, por supuesto. Esto facilitaría, según TMB, la creación de 600 nuevos puestos de trabajo.
LA LETRA PEQUEÑA / Los trabajadores, sin embargo, ven mucha letra pequeña que no les convence. Saturnino Mercader (CGT), presidente del comité de empresa, denuncia que esta propuesta es «un intento de pasarnos por la izquierda» y asegura que supone cobrar unos “3.000 euros menos al año de media” y presiente que los nuevos contratos serán “precarios y de fin de semana”. Desde UGT, José Chito va en la misma dirección: “El trabajador deberá asumir el coste de esos 25 minutos de tiempo de presencia, que no computaban como jornada laboral pero sí se recogían en el convenio. Nosotros no le dábamos consideración de hora extraordinaria, con lo que bajo ningún concepto aceptaremos perder cerca de 250 euros mensuales”. “Estamos dispuestos a hablar del tema de los descansos, pero en ningún caso, de la posibilidad de bajar el salario”, sigue. Resultado: “Es posible que para la Mercè haya huelga de bus si antes no hay acuerdo”, adelanta Chito.
Mercader, sin embargo, niega que se haya hablado de boicotear la Mercè y asegura que a finales de septiembre o principios de octubre se celebrará una asamblea en la que, si las cosas siguen igual, «se tomará la decisión de iniciar acciones muy contundentes». «Haremos lo que haga falta y hasta que haga falta», apostilla. Mercader asegura que la empresa redujo el servicio a finales del año pasado un 7% «bajo la excusa de adaptar la oferta a la demanda» y que por ello «quiere que descansemos más ante la falta de trabajo».
DEMANDA ECONÓMICA / TMB responde: “Las demandas del comité son siempre económicas, lo único que quieren es trabajar menos y cobrar más, y manipulan a la gente asegurando que quieren dos días de descanso para luego reclamar al juez que en lugar de trabajarlos se puedan cobrar”. Armengol, que asegura estar «muy orgulloso del equipo humano de trabajadores», recuerda que los sindicatos que controlan el comité «nunca han firmado un convenio» y que lo único que buscan es presionar con la huelga, «tal y como sucedió con la negociación del 2002».
El usuario espera con temor que el conflicto acabe. El verano, con un bajón del 40% de usuarios, quizás silencie la guerra, pero en octubre, cuando el bus circule lleno de nuevo, ya se verá. «Será un inicio de curso movidito», augura Mercader.
Carlos Márquez Daniel
4/8/09 El periódico
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