Es el pez que se muerde la cola. Para algunos parece increíble que lo que hoy sólo se conoce como un núcleo de droga y marginación algún día pudo denominarse «centro histórico y estratégico» de Barcelona. Para muchos, el Raval o más popularmente conocido como barrio chino no es más que el reflejo del fracaso en gestión municipal de Jordi Hereu y la Generalitat, así como un saco roto donde las promesas políticas han quedado más que olvidadas.
Este verano, los problemas de prostitución en esta y otras zonas del centro volvían a poner a el Raval en el ojo del huracán y los vecinos levantaban de nuevo la voz para hacer llegar a Hereu su malestar ante la degradación de un barrio que ya muchos describen como «marginal». Esto, unido a la polémica con la narcosala Baluard y los problemas de pobreza e inmigración de la zona hacen que el «centro histórico» se haya convertido en el centro de la degradación. Hace escasos días este periódico se hacía eco de cómo después de semanas de disputas en el Ayuntamiento los episodios de prostitución callejera volvían a repetirse en el Raval. Ni la concejal del distrito de Ciutat Vella, Itziar González, ni el propio Hereu han dado aún con la fórmula idónea para erradicar un problema que está acabando con la paciencia de los vecinos.
Esta mañana Hereu explicaba a los periodistas su intención de establecer nuevas normativas para reducir la delincuencia, otro de los grandes males del barrio. Hereu ha explicado que se están llevando acciones para vetar el acceso de ladrones a las zonas comerciales y estadios deportivos, al menos hasta que se produzca una reforma del Código Penal. Una pequeña solución que se enmarca dentro de las «políticas firmes» que el alcalde quiere poner sobre la mesa para recuperar la zona cosmopolita que el Raval fue tiempo atrás. Otra de las «soluciones» propuestas ha sido la narcosala Baluard que mientras desde el Ayuntamiento ven como una política positiva, desde el barrio no se ve más que como un nuevo foco de delincuencia.
El cierre de la narcosala sólo es apoyado desde el grupo popular y desde el Ayuntamiento no ven motivo para las quejas
La asociación vecinal Amigos del Arc de Teatre y alrededores ya ha reclamado el cierre de la narcosala porque «está saturada y los toxicómanos atemorizan a los vecinos». El cierre sólo es apoyado desde el grupo popular y desde el Ayuntamiento no ven el motivo de las quejas: «la sala forma parte de la solución, no del problema», ya que «ha ayudado a solventar la situación del propio Raval. No estamos peor de lo que estábamos», aseguraba Hereu ante la oleada de críticas a la narcosala.
Mientras tanto los vecinos siguen esperando que el Ayuntamiento mueva ficha y aseste un golpe definitivo al foco de prostitución que desde hace varios años está asentada en el barrio y resiste inmune a las redadas y protestas vecinales. Las polémicas fotografías de La Boquería de Barcelona reactivaron un debate al que no se había encontrado aún solución y Hereu reclamó ayuda al Ejecutivo para conseguir una regulación efectiva de la prostitución. Ahora, tras idas y venidas políticas y varios intentos de reconstrucción del histórico barrio, todo intento de regulación parece imposible ante el inevitable retorno de las prostitutas y una imagen de «ciudad histórica y cosmopolita» que no parece llegar jamás.
I. ZAMORA
Abc
sábado, 17 de octubre de 2009
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La marginación no se resuelve metiendo lo barrido debajo de la alfombra, suficiente mal ha hecho la gestión del PSC al centro de Barcelona como para instigarles a que lo hagan peor, no seamos casposos. Al que no le gusten los pobres, que se compre un piso en la zona alta, que por cierto, allí no ha subido apenas el precio del metro cuadrado y se come más barato que en las ramblas.
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