lunes, 7 de febrero de 2011

Las CCAA y los ayuntamientos se olvidan de la austeridad: hay más empresas públicas

4-2-11

Los últimos datos disponibles son contundentes: muestran un incremento desde las 2.108 a las 2.386 entidades del 1 de enero de 2008 al 1 de julio de 2010 sólo en el ámbito regional. Y únicamente teniendo en cuenta las empresas con participación mayoritaria de las comunidades. Eso sí, estas cifras “no recogen los efectos de las medidas de racionalización del sector público autonómico que los diversos gobiernos regionales han adoptado en el transcurso del segundo semestre del año”, asevera el Ministerio de Economía en una nota de prensa.
En la Administración central, el inventario general de entes es más modesto y contabiliza (a 1 de enero del año pasado) 474 con participación mayoritaria del Estado, frente a los alcanzaban los 477 de 2007. Aunque hay más: 127 consorcios, 586 empresas con participación minoritaria y 47 fundaciones con participación minoritaria. Esta estadística no recoge la supresión de 29 entidades más que en primavera aprobó el Gobierno.

Pero la multiplicación de este tipo de entes, una vía de engorde del sector público con ciertas ventajas para los gestores, no sólo se ha producido por el camino autonómico. De hecho, los expertos consultados aseguran que el mayor peso ha llegado de la mano de los ayuntamientos y diputaciones. “El problema es que hay una maraña de datos considerable y es casi imposible saber el número de entes que hay de este tipo”, indica Julio Gómez-Pomar, director del Centro de PwC&IE del Sector Público.

Incalculables
Según los cálculos de Manuel Arenilla, catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, podrían llegar a las 8.000 las empresas locales y a 18.000 las entidades territoriales. Fuentes de la Federación de Cuerpos Superiores de la Administración Civil del Estado (Fedeca), hablan de una cifra bastante menor, cerca de 10.000 en total.
¿Y a qué se debe el éxito de las empresas públicas? Estos entes suponen una herramienta de gestión que aporta mayor independencia administrativa que otros organismos públicos: en la contratación de personal (que no tiene que llegar por oposición), la fijación de salarios (de hecho muchas de ellas no se vieron afectadas por el recorte del 5% de media de sueldo) y para realizar contratos. “Hay menos control administrativo y político”, indica Arenilla. “Permiten más flexibilidad en la gestión”, explica Gómez-Pomar.
Además, su déficit no se contabiliza en el de la administración, si no que va directamente a deuda, por lo que también se utiliza como una fórmula de evitar sustos en las cuentas públicas.
Manuel Arenilla destaca que la plantilla de estos organismos se ha incrementado en más de 50.000 empleados entre 2005 y 2010, y 33.000 personas no pertenecen a los cuerpos de seguridad (que es uno de los argumentos que utilizan los dirigentes). Aunque la Encuesta de Población Activa, por su parte, recoge un incremento en ese periodo en las "empresas e instituciones públicas" de unos 7.000 trabajadores, hasta un total de 152.100 personas.
También Arenilla pone de relieve la, según él, cuestionable finalidad de algunas de ellas: “Hay muchas que tienen sentido, pero otras menos, se pueden encontrar empresas de alfombras y de producción audiovisual”.
El portavoz de Fedeca subraya, además, dos aspectos: por un lado, la contratación. “No siempre se hace por oposición ni por méritos, muchas veces son a dedo”. Por otro, las posibles inherencias: “Muchas operan en sectores que no son estrictamente de interés público’”. Y añade: “Las que más han aumentado en los últimos años son las fundaciones y sociedades mercantiles, las menos sujetas al control público”.
No obstante, este tipo de entes también tienen puntos a su favor: a través de ellas “se han ido introduciendo mecanismos de competencia en su gestión que promueven el desarrollo de servicios”, indica un informe de José Manuel Prado Lorenzo, catedrático de Universidad, Martín Jiménez, catedrático de Escuela Universitaria e Isabel María García Sánchez, profesora de la Universidad de Salamanca.

El endeudamiento y la población pesan
Este documento, titulado El proceso de corporatización en España: evolución y factores explicativos, también analiza qué factores inciden más a la hora de crear estas empresas en las regiones. Y concluye: “Su causa parece estar más vinculada, al menos a nivel autonómico, por el intento de los dirigentes políticos de eludir las limitaciones al endeudamiento de las administraciones públicas establecidas por la Unión Europea, buscando la obtención de beneficios políticos oportunistas”.
Así, destaca, como especialmente relevantes “la ideología política progresista, el endeudamiento, la población y la forma en que el gobierno ejerce sus funciones, si bien el efecto no es coincidente en los distintos ámbitos de la administración pública”.

¿Bula?
El atractivo de esta fórmula es evidente, pero ¿por qué esto se mantiene así? ¿Acaso tiene una bula? Pues su pervivencia, según indica Arenilla, se explica justamente en su singularidad y complejidad administrativa. “Cada decisión pasa por el presidente, el patronato y, si tiene participación privada, por sus gestores. Cada cambio supone meses de trabajo y de sucesión de filtros. Al haber tantas, de hecho, no hay cálculos de todas, es muy complicado. La decisión que toma un ministro no tiene una aplicación inminente en ellas, como en otras partes de la Administración”. Por tanto, la propuesta que Mariano Rajoy efectuó hace unos días para acabar con 4.000 entes, parece ciertamente inviable, al menos con las condiciones actuales.
¿Soluciones? Las hay, señalan los expertos, pero no son sencillas: “Se debería hacer un plan conjunto viendo cuáles son necesarias y entonces crearlas, no hacer programas de eliminación de un número, como se ha efectuado hasta ahora”, explica Arenillas. “También se deberían evitar las duplicidades entre los distintos niveles”, añade Gómez-Pomar. ¿Será éste el próximo reto de la Administración?

http://www.expansion.com/2011/02/01/funcion-publica/1296565487.html?a=4a6848a954295d1b492d13273ca4db50&t=1297095122

M.G. Mayo
Expnsión

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domingo, 6 de febrero de 2011

3-2-11

Barcelona cerró el 2010 con un nuevo suspenso en seguridad y, en el caso de algunos delitos como los hurtos o los robos de pisos, manteniendo registros altísimos. Así, el año pasado, cada día se cometieron en la capital catalana la friolera de 310 hurtos. Igualmente, cada 24 horas, 32 pisos o locales comerciales de la urbe sufrieron un robo cuando sus propietarios no estaban en su interior y al menos 37 personas fueron víctimas de un atraco violento. Así consta en los datos del año pasado recogidos por el programa informático conjunto donde los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana vuelcan sus cifras de hechos conocidos, un epígrafe que integra las denuncias presentadas y aquellos delitos de los que tienen constancia agentes que levantan acta de los mismos.

Según esos datos, que hasta ahora ningún año trascendían y a los que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, en el 2010 se cometieron 113.439 hurtos, de los cuales, 32.043 fueron delito (cuando el valor de los robado es superior a 400 euros) y 81.396, falta (cuando es menor de esa cantidad). Eso significa que, de media, cada día se cometieron 310 hurtos, perpetrados normalmente por ladrones multirreincidentes. Aunque el objetivo preferido de estos descuideros y carteristas son los turistas extranjeros, a los que roban dinero, cámaras y tarjetas de crédito, su actividad se está extendiendo a la población local, entre la que cada vez hay más víctimas de estos pequeños robos.

ESFUERZO POLICIAL SIN RECOMPENSA / Aunque puede parecer sorprendente, la cifra de hurtos en el 2010 ha registrado un descenso del 4% con respecto a la del 2009, donde la media era de 322 hurtos diarios. El relevo al frente de los Mossos d'Esquadra de Barcelona, con el nombramiento del comisario Joan Carles Molinero, que ha aumentado la presencia de mossos en las calles y cambiado rutas de patrullaje, junto con el importante refuerzo de agentes de la Guardia Urbana en las zonas calientes de los carteristas, sobre todo en Ciutat Vella, ha propiciado este descenso.

Ese aumento del esfuerzo policial se ha notado en las detenciones, que han aumentado significativamente, en concreto las de delincuentes pullados in fraganti. Así, el año pasado, los Mossos y los urbanos detuvieron en Barcelona a 25.336 personas, con una media de casi 70 al día. Eso supone un aumento de 1.570 arrestos respecto al año anterior.

No obstante, que ni con 25.000 detenciones al año ni con un aumento de presencia de agentes en la calle se haya podido diluir este tsunami de pequeños robos es la demostración palmaria de que o bien hay que incrementar de forma aún más notable la cifra de efectivos policiales o bien hay que adecuar un sistema penal que, al no dictar prisión preventiva para los autores de hurtos, que en muchas ocasiones solo son condenados a pagar una multa, ha generado una peligrosa sensación de impunidad entre los delincuentes. «Pasan los años y robar en Barcelona sigue saliendo gratis», comenta una fuente policial.

ESPERANDO EL NUEVO CÓDIGO PENAL / Tanto las autoridades municipales como autonómicas, que llevan años intentando poner coto a los hurtos, esperan ahora que la aplicación del nuevo Código Penal, que entró en vigor el 23 de diciembre y que endurece las penas a los multirreincidentes, permita reducir esas cifras de hurtos en la ciudad.

Además, a la lacra de los carteristas, se ha añadido en el 2010 un nuevo frente delictivo que hasta el año pasado parecía estar controlado: los robos con fuerza. Según los datos oficiales a los que ha tenido acceso este diario, el año pasado los Mossos y la Guardia Urbana tuvieron conocimiento de 12.040 robos en pisos y en establecimientos comerciales, es decir, 32 cada día, lo que supone un incremento del 14%. Este es, con diferencia, el delito que más subió en Barcelona el año pasado, sobre todo en lo que se refiere a los robos en el interior de domicilio.

También aumentó el robo con violencia o intimidación. En el 2010, en Barcelona se produjeron 13.078 atracos de ese tipo, 37 al día, un 1% más que el año anterior. Es un tipo de delito que genera mucha alarma social pues, cuando se trata de robos a mano armada o de tirones, la víctima además de perder sus pertenencias vive momentos de miedo o resulta lesionada.

PREOCUPACIÓN MUNICIPAL / La subida de ese tipo de acción delictiva preo-

cupa, pues hasta ahora, pese a la alta incidencia de los carteristas, Barcelona era una ciudad muy segura en cuanto a la integridad física de sus vecinos y turistas. Por eso, en la carta que en enero la primera teniente de alcalde, Assumpta Escarp, envió al nuevo conseller de Interior, Felip Puig, le transmitió su preocupación por el aumento de esos delitos con violencia.

Antonio Baquero
El Periódico

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viernes, 4 de febrero de 2011

Robos en la red social

3-2-11

De mal en peor. Si antes la mala fama de Barcelona como capital de los carteristas y otros ladronzuelos se transmitía por el boca oreja, por historias de turistas afectados a sus amigos y familiares, las redes sociales ayudan ahora a expandir los testimonios de visitantes, pero también de los propios barceloneses, sobre cómo, cuándo y dónde les quitaron la cartera, el bolso entero o el teléfono móvil. Solo en Facebook la combinación de búsqueda de Barcelona y robbed (robado, en inglés) da como resultado 18 grupos, aunque algunos son muy personales: son de turistas que les robaron el móvil y que ahora piden a sus amigos y conocidos que les envíen su número.
 

Pero hay media docena de grupos genéricos sobre los robos sufridos en Barcelona, con nombres casi idénticos. Conozco a alguien que fue robado en Barcelona, ¿Has sido robado en Barcelona?, Pickpockets en Barcelona y Me robaron en Barcelona y la policía no hizo nada, entre otros. El primero es el más grande y no deja de crecer: de los 1.800 amigos -que más que amigos son víctimas- que tenía a mediados de octubre ya ha pasado, en poco más de tres meses, a 2.600, pese a que estos meses vienen mucho menos turistas que en verano.

Las leyes españolas

Entre decenas de historias, ya sobradamente conocidas, sobre los robos en el metro, en una terraza, dentro de un restaurante o en plena calle, hay también explicaciones y justificaciones del porqué del fenómeno. Dicen muchos que la culpa no es de la policía, sino de las leyes españolas que permiten a los carteristas salir libres nada más ser detenidos.

Pero eso no les sirve de consuelo a las víctimas, y sus comentarios son preocupantes para una ciudad que basa buena parte de su éxito económico en el turismo. «Nunca más volveré», escribe una joven inglesa, mientras un compatriota suyo relata: «A amigos les robaron la maleta con toda la ropa dentro solo 30 segundos después de llegar a la plaza de Catalunya. ¡Bienvenido a Barcelona! Ya no se sintieron seguros en todo el viaje y dudo que vuelvan algún día».

También los hay, sin embargo, que se lo toman con humor: «¿Alguien sabe por qué en el metro dicen por megafonía que no hay que bajar a las vías y no dicen que está prohibido robar? Lo primero no lo he visto hacer a nadie nunca, lo otro lo veo continuamente».

EDWIN WINKELS
El Periódico

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