3-2-11
De mal en peor. Si antes la mala fama de Barcelona como capital de los carteristas y otros ladronzuelos se transmitía por el boca oreja, por historias de turistas afectados a sus amigos y familiares, las redes sociales ayudan ahora a expandir los testimonios de visitantes, pero también de los propios barceloneses, sobre cómo, cuándo y dónde les quitaron la cartera, el bolso entero o el teléfono móvil. Solo en Facebook la combinación de búsqueda de Barcelona y robbed (robado, en inglés) da como resultado 18 grupos, aunque algunos son muy personales: son de turistas que les robaron el móvil y que ahora piden a sus amigos y conocidos que les envíen su número.
Pero hay media docena de grupos genéricos sobre los robos sufridos en Barcelona, con nombres casi idénticos. Conozco a alguien que fue robado en Barcelona, ¿Has sido robado en Barcelona?, Pickpockets en Barcelona y Me robaron en Barcelona y la policía no hizo nada, entre otros. El primero es el más grande y no deja de crecer: de los 1.800 amigos -que más que amigos son víctimas- que tenía a mediados de octubre ya ha pasado, en poco más de tres meses, a 2.600, pese a que estos meses vienen mucho menos turistas que en verano.
Las leyes españolas
Entre decenas de historias, ya sobradamente conocidas, sobre los robos en el metro, en una terraza, dentro de un restaurante o en plena calle, hay también explicaciones y justificaciones del porqué del fenómeno. Dicen muchos que la culpa no es de la policía, sino de las leyes españolas que permiten a los carteristas salir libres nada más ser detenidos.
Pero eso no les sirve de consuelo a las víctimas, y sus comentarios son preocupantes para una ciudad que basa buena parte de su éxito económico en el turismo. «Nunca más volveré», escribe una joven inglesa, mientras un compatriota suyo relata: «A amigos les robaron la maleta con toda la ropa dentro solo 30 segundos después de llegar a la plaza de Catalunya. ¡Bienvenido a Barcelona! Ya no se sintieron seguros en todo el viaje y dudo que vuelvan algún día».
También los hay, sin embargo, que se lo toman con humor: «¿Alguien sabe por qué en el metro dicen por megafonía que no hay que bajar a las vías y no dicen que está prohibido robar? Lo primero no lo he visto hacer a nadie nunca, lo otro lo veo continuamente».
EDWIN WINKELS
El Periódico
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