Los municipios del área metropolitana de Barcelona aprobaron ayer definitivamente la construcción de una nueva incineradora de residuos, tal como estaba previsto desde hace dos meses, pero eso no ha minado las esperanzas de los grupos opuestos a la instalación. Un total de 35 asociaciones ecologistas y vecinales, entre otras, anunciaron actos de protesta. «Mientras hay vida hay esperanza», resumió Mercè Girona, portavoz de la Plataforma Cívica per la Reducció de Residus. Girona se refería a que la instalación tiene proyecto y presupuesto, pero todavía no ubicación: «En todos los sitios que han sonado ha habido oposición».
La incineradora o planta de valorización energética de los residuos, según el eufemismo técnico, es el elemento más relevante y controvertido del Programa Metropolitano de Gestión de Residuos Municipales (PMGRM) 2009–2016, aprobado ayer con el voto de todos los partidos salvo el PP. La instalación, con una inversión de 200 millones de euros, tendrá capacidad para tratar 400.000 toneladas de residuos anuales, lo que aliviará ostensiblemente la cantidad de residuos que necesitan ser enterrados. De hecho, dos de los tres basureros metropolitanos ya están al borde del colapso. El PMGRM también prevé la ampliación y modernización de la incineradora de Sant Adrià de Besòs, la única actualmente en funcionamiento.
1,42 KILOS POR HABITANTE Y DÍA / Los 3,1 millones de habitantes del área barcelonesa generan una media de 1,42 kilos diarios de basura, una cantidad que el programa de residuos espera reducir. El PMGRM apuesta también por un incremento considerable del reciclaje: se trata de aumentar tanto la recogida selectiva de residuos (actualmente el 33%) como la reutilización-valorización de la llamada fracción rechazo o residuos no selectivos (actualmente el 37%).
Para las 35 asociaciones críticas, sin embargo, el PMGRM no es suficiente. «Que sepamos, no han hecho caso a ninguna de nuestras alegaciones», lamentó Óscar Pérez, de la plataforma. Según explicó ayer, el porcentaje de basuras que se acabará quemando pasará del 10% al 30%. «Ese no es el buen camino para tener un medio ambiente sostenible», afirmó Joan Marc Simon, de la asociación europea Gaia.
El PMGRM toma como modelo varios países, como Suecia, Dinamarca, Alemania y hasta Holanda, que han vuelto a apostar por la incineración de basuras como alternativa para no colapsar los vertederos. En algunas ciudades están incluso implantadas dentro de la propia urbe. Los partidarios esgrimen otros dos argumentos: por una parte, quemar los residuos puede ser una importante fuente energética, aprovechando el calor generado; por otra, las incineradoras actuales, gracias a sofisticados filtros, no tienen nada que ver con las que había hace 20 o 30 años en materia ambiental (menos emisión de partículas contaminantes).
Simon, sin embargo, asegura que las sociedades mal acostumbradas –a las incineradoras– se olvidan de reciclar. «Esos países ya no sirven de modelo», concluyó.
ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA
El Periódico
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