domingo, 5 de septiembre de 2010

Hereu tiene 120 días para salvarse

5-9-10

El PSC decidirá en enero cuál será el futuro del alcalde ante su crítica situación política

La federación socialista de Barcelona propone unas primarias para dirimir el cambio de candidato


Después de las autonómicas, habrá que sentarse a hablar del futuro de Jordi Hereu como candidato del PSC en las elecciones municipales de mayo del año que viene. En la calle Nicaragua, sede nacional del partido; en los despachos de la federación de Barcelona e incluso en el propio Ayuntamiento el calendario es coincidente: en el mes de enero los socialistas deberán tomar una determinación. Entre tanto, Hereu tendrá cuatro meses, 120 días para tratar de salvar su candidatura. "Luego será el momento de decidir", asegura Miquel Iceta, viceprimer secretario del PSC y portavoz oficial.

A la vuelta de estas vacaciones, ya nadie da por seguro que Hereu encabezará la candidatura socialista en mayo del 2011 aunque, es importante subrayarlo, él sigue siendo, hoy por hoy, el candidato del partido.

El último barómetro municipal –publicado el mes de julio–, en el que la popularidad del alcalde y las expectativas del PSC en Barcelona caen a plomo respecto a su principal adversario, Xavier Trias, ha alimentado el difícil debate. El PSC no descarta la posibilidad de convocar en enero unas elecciones primarias para dirimir entre los posibles sustitutos cuyos nombres empiezan a asomar en todas las conversaciones. En la lista de posibles recambios citados figura el conseller Antoni Castells, la consellera Montse Tura, el ex conseller y ex concejal Ferran Mascarell, y en el orden de promoción interna, la tercera teniente de alcalde, Assumpta Escarp. Ninguno de ellos se postula abiertamente para este puesto, que, este es un dato importante en el relato, a medio plazo puede acabar siendo el cargo institucional más relevante del PSC.

Habrá tiempo para ver qué nombres llegan a cuajar de esta lista. Puede que ninguno. En el ínterin, Hereu tiene estos cuatro meses para demostrar que puede presentar batalla y recuperar el mucho terreno perdido en los últimos años. Quienes han hablado con él a la vuelta de las vacaciones dicen que está decidido.

Será una dura carrera. Porque el análisis que se hace desde el PSC es que Hereu no es el único problema de Barcelona. Hay más y acaso más importantes. El principal, un lento e imparable declive del modelo socialdemócrata barcelonés que arranca de 1995 y que poco a poco, a lo largo de los últimos quince años ha ido acercando los resultados del PSC a los de su principal adversario, CiU, instalado desde el año 2003, con Xavier Trias, en una cómoda estabilidad.

"Cada elección hemos perdido 60.000 votos", advierte Albert Aixalà, secretario de organización del PSC de Barcelona. Un fenómeno que empezó con Maragall, se acentuó con Clos y puede acabar con Hereu crucificado en el punto de confluencia de las trayectorias de los dos grandes partidos en Barcelona.

"No ha habido recambio –describe amargamente Assumpta Escarp, una de las mujeres clave en el cuadro político del socialismo barcelonés–, los hijos de nuestros votantes ya no están con nosotros. No están con nadie.

"Lo que hemos de averiguar –añade Jordi William Carnes, el primer teniente de alcalde, al frente de la maquinaria municipal– es si el problema es de la marca (el PSC) o del candidato (Hereu). O de los dos a la vez".

La marca PSC anda en un mal momento pero no sólo en Barcelona. Paradójicamente, las próximas elecciones autonómicas, pueden echarle una mano, aunque sea moralmente, al alcalde. Porque los resultados van a poner en evidencia algo que quienes manejan las encuestas internas en el PSC ven ya ahora con claridad: el deterioro del voto socialista va más allá de la capital catalana. Los resultados en la región metropolitana pueden obligar a retractarse a quienes ahora apuntan con descaro a Barcelona y a su alcalde. "Algunos descubrirán que sus problemas son más graves que los de Hereu", advierten en la federación socialista de Barcelona, no sin cierto fastidio por las críticas que reciben ahora.

Visto así parece que la derrota es ya un imponderable ¿es así? En absoluto, responden en el PSC. La pérdida de Barcelona es una cuestión nacional. No hay que olvidar que, tras una derrota en la capital catalana, puede caer también la Diputación y las instituciones metropolitanas. Quien piense que el PSC no resistirá hasta el final en Barcelona, se equivoca. Pero en esta tesitura, ni la calle Nicaragua ni en el Palau de la Generalitat tienen plena confianza en Hereu, al que acusan de no haber conseguido "llenar el traje" de alcalde. La comunicación de Hereu con la cúpula del partido es escasa.

"Lo más sorprendente de lo que ocurre en Barcelona es que Hereu ha sido el alcalde que ha alcanzado el mayor nivel de cumplimiento de su propio programa. En su mandato se han inaugurado más estaciones de metro, se han hecho más guarderías, más centros sanitarios, hay más seguridad que nunca" advierte Aixalà. "El alcalde cuando va por los barrios se siente querido por la gente". Pero los besos a pie de calle no son suficientes.

Aunque sea de perogrullo, esta es la principal tarea a la que se va a consagrar Hereu en estos 120 días: poner de relieve todo lo que ha hecho y, sobre todo, reivindicar que él es el autor de esas mejoras. Algo que, ahora, pocos ciudadanos, parecen percibir. Nunca la valoración de la gestión de la ciudad había sido tan baja ni su alcalde había sacado tan mala nota.

Y hay otra tarea importante, más difícil e intangible. Porque si es cierto que el PSC ha perdido a lo largo de los tres últimos lustros buena parte de los contingentes de sus caladeros naturales como Nou Barris (ver gráfico), también lo es que Hereu parece haber roto los puentes con las clases medias más influyentes y decisivas a las que Maragall y, Clos, supieron seducir y agasajar.

El referéndum de la Diagonal constituye el gran paradigma de esta ruptura emocional. Aquella consulta evidenció que los electores naturales del PSC, abrumados por otros quebraderos de cabeza en plena crisis, no se sentían concernidos por la gran apuesta de Hereu. Pero más importante fue el comportamiento de los sectores menos inclinados electoralmente a favor del PSC que se movilizaron a la contra para impedir que el alcalde plantara su bandera en la avenida más señorial de Barcelona. La ciudad amable, peatonal y benestant le propinó una patada a Jordi Hereu. La derrota de Diagonal expresa un cambio político relevante: de la tradicional conllevancia a la beligerancia declarada de ciertos sectores de Barcelona hacia un alcalde que se reivindica como el más progresista de cuantos ha tenido la ciudad. "Tal vez –advierte una concejal– Barcelona no es tan de izquierdas como creemos".

¿Es posible una reconciliación a 120 días vista? Claro que no, aunque, tras la autodefenestración del primer teniente de alcalde Carles Martí –que, internamente, ha dejado a Hereu en una relativa soledad– esa es una de las prioridades que se ha fijado el nuevo equipo de gobierno con Carnes tendiendo puentes en todos los cenáculos.

La reconstrucción de la confianza con sectores extensos de la ciudadanía será un factor clave en la decisión que tomará el PSC. De ahí la emergencia de perfiles como el del conseller Antoni Castells, un barcelonés que encaja bien en el ideal de un senyor de Barcelona. Y también Ferran Mascarell, aunque esa es harina de otro costal.

Adecir verdad, Castells no ha dicho esa boca es mía en esta cuestión. En su entorno se limitan a dejar todas las puertas abiertas después de anunciar que no volverá a concurrir a las elecciones catalanas. Nadie sabe por dónde pasa su futuro. En el ayuntamiento hay quién considera que su perfil es ideal para resolver algunas de las carencias que abruman a Hereu. Pero Castells hoy no está en la línea oficial.

Ferran Mascarell es otra historia. Parecida en cierto modo. Más distante aún al partido. Mascarell lleva tres años apartado de la política orgánica pero muy activo entre las organizaciones cívicas y el tejido empresarial trabajando en la construcción de un discurso político distinto del PSC de José Montilla y también de CiU. Una visión confederal. En este tiempo ha logrado reunir el apoyo de un grupo de unas doscientas personas de diversa relevancia política, social y económica, que avalarían su lanzamiento político. Pero sus propuestas están más pensadas para Catalunya que para Barcelona. Cabe imaginar que la pugna por la capital catalana sería para Mascarell el modo de tomar impulso para la batalla que realmente le motiva.

Pero que tenga importantes apoyos no significa que vaya a lanzar una candidatura personal, al margen del PSC, para pugnar por la alcaldía de Barcelona. Quienes han echado cuentas llegan a la conclusión de que, a lo sumo, no pasaría de los dos concejales. "Mascarell tiene una edad que le permite una carrera más larga, no necesita jugársela en el primer minuto" apunta un conocedor de las intenciones del ex conseller.

El problema de Mascarell es la popularidad. "Mascarell, frente a Trias, pierde" afirma taxativamente Miquel Iceta. Un problema que ven resuelto quienes sugieren el nombre de la consellera Montserrat Tura a la que en 2007 ya sondearon como sustituta de Clos.

Como en el caso de Castells, ni ella ni su entorno dicen esta boca es mía y hay quien la ve más cerca de pareja de Montilla en las listas catalanas que de sustituir a Hereu.

Pero esa opción no es incompatible con una posible recolocación en la lista de Barcelona. La impresión de que sería una candidata lanzada en paracaídas sobre la ciudad juega en su contra. El electorado barcelonés es muy suyo, los convergentes lo saben bien. Pero Tura es la preferida para un eventual recambio en el triunvirato estratégico formado por Iceta, en la calle Nicaragua; Isaías Taboas, en el Palau y Enric Casas en el Ayuntamiento.

Por último, Assumpta Escarp. Si se le pregunta directamente responde con un rotundo no. Pero su nombre surge para un posible recambio interno. Escarp, que trabajó con Clos y ahora con Hereu, ha logrado tender importantes puentes con el decisivo socialismo del Baix Llobregat y garantizaría la continuidad del proyecto y del aparato municipal.

Lo objetivamente cierto es que, a día de hoy, el candidato del PSC sigue siendo Jordi Hereu. Y así será en los siguientes 120 días. Luego ya se verá pero no es descartable que, más allá de enero, Hereu siga siendo la apuesta del PSC porque en definitiva ninguno de sus posibles sustitutos reúne las condiciones de conocimiento popular que tiene él. "No hay mirlos blancos. Y si los hay que se presenten a unas primarias" propone Albert Aixalà desde la secretaria de organización del PSC de Barcelona.

La idea de unas primarias es buena desde el punto de vista estratégico. Impulsaría la imagen de un candidato para el relevo o reforzaría a Hereu si vence. La cuestión es si hay alguien dispuesto a hacer sparring. A día de hoy, la respuesta es: todavía no.

JAUME V. AROCA
La Vanguardia

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