Si Barcelona fuera una

23-1-11

La crisis financiera vivida por Grecia la pasada primavera hizo que su Gobierno impulsara una reducción del número de municipios del país. En España, y pensando también en el ahorro que supondría, el ahora presidente de la CEOE, Juan Rosell e incluso el líder del PP, Mariano Rajoy, pidieron que se aplicara la medida Siguiendo esta hipótesis, EL PERIÓDICO ha analizado lo que significaría en algunos campos esta disminución de municipios, por ejemplo, en el Área Metropolitana. Es decir, si se adoptara el esquema que en su día se impuso para la ciudad de Madrid. La conclusión general que se extrae de comparar una Barcelona metropolitana unida con Madrid es que, por encima de divisiones administrativas, el buen o el mal gobierno es clave para ahorrar o no.

La sustitución de los 36 ayuntamientos actuales por uno solo de carácter metropolitano significaría, en la práctica, reducir de manera drástica el número de concejales que actualmente existen, 722, hasta los 57 que el nuevo macro-consistorio tendría, ley electoral en mano. Se pasaría de un concejal por cada 4.457 habitantes a uno por cada 56.457, es decir, 665 regidores menos. Eso sin contar que se pasaría de 36 alcaldes a uno solo.

LAS MENOS POBLADAS / Cabe pensar que la suma de los concejales de las tres localidades metropolitanas con menos población, Santa Coloma de Cervelló, Cervelló y Montgat, es de 39, dos menos que los del municipio de Barcelona. Es decir, la representación para los 1,6 millones de barceloneses es casi la misma que para los 26.407 habitantes de esas localidades.

De esos 722 concejales actuales, casi el 42% pertenecen al PSC; el 120, a CiU; el 12%, a ICV-EUiA, casi el 11% al PP y, el 7 % a ERC. Los votos a candidaturas independientes y propias de cada municipio suman en total el 10,80 %.

Parece lógico pensar que la reducción del número de ayuntamientos debe revertir en un ahorro generalizado. Sin embargo, hay otros factores que pueden enjuagar ese ahorro, por ejemplo, la masa funcionarial. En Madrid, ejemplo, el número de empleos públicos es considerablemente más alto que en Barcelona, según apuntan fuentes municipales de la capital catalana. Según relata un extrabajador municipal barcelonés, Alberto Ruiz-Gallardón mandó estudiar cómo se organiza el departamento de Urbanismo del ayuntamiento de la capital catalana. Los enviados madrileños se hicieron cruces de cómo menos gente -también en lo proporcional- era capaz de sacarse adelante todos los expedientes.

CUENTAS MADRILEÑAS / El presupuesto para el 2009 del Ayuntamiento de Madrid fue de 5.169 millones de euros. El de Barcelona municipio de 2.468 millones. La suma de las cuentas de los 36 municipios arroja un balance de gastos e ingresos de 4.132 millones. Con todo, a esta cifra hay que sumar los números que aportan las actuales tres entidades metropolitanas catalanas que sustituyeron al Área Metropolitana, en 1987. Es decir, 468 millones más para un total de 4.600. Más de 500 millones menos que la capital española. No todo pasa, por consiguiente, por reducir el número de ayuntamientos.

Estas entidades son la Mancomunitat de Municipis, la Entitat Metropolitana del Transport y la del Medi Ambient. Como muestra de como se ha articulado, o mejor, como se ha dejado de articular la ciudad real barcelonesa, baste decir que cada una de estas tres entidades tiene una configuración distinta. No todos los 36 municipios están incluidos en las tres entidades.

CONSEJOS COMARCALES / Otra cosa es que, además de municipios y entidades y antes de llegar a la diputación provincial en Catalunya, existan los consejos comarcales. Hasta cuatro se reparten el área metropolitana. Barcelonés, Vallès Occidental, Maresme y Baix Llobregat. El presupuesto del consejo comarcal del Barcelonés, el único que pertenece íntegramente a la zona metropolitana (es la que gestiona las rondas) es de 30 millones.

A pesar del mayor presupuesto, la inversión real en Madrid (589 millones) fue un 28% inferior a la de la Barcelona metropolitana (820 millones). Cabe entender este dato como coyuntural, pues Madrid se halla en plena digestión del faraónico cubrimiento de la M-30.

XABIER BARRENA / Barcelona
El Periódico